NAVIDAD Y EL DUELO

Navidad y duelo

En Navidad las calles empiezan a engalanarse, a llenarse de luces, de adornos, de colores y alegría,
la gente va y viene, hace frio…contrastan el bullicio exterior y el vacío existencial.
La Navidad es por excelencia la época del año de paz y felicidad, de reunirse en familia para
celebrar. ¿Pero que celebramos? ¿A quién celebramos? ¿Cómo celebramos?
Hemos dejado que el materialismo, el hedonismo y la frivolidad cambien el verdadero sentido de
la Navidad.
Celebrar la venida del Emmanuel, del Dios hecho hombre. Contemplar el Belén, con humildad, ahí
está Dios, que quiere darme un mensaje de amor. Quizá mi corazón este atribulado, puedo
sentirme devastado, triste, perturbado, sin embargo, el niño Dios viene a renovar en mí, la Fe, la
esperanza, y el amor.
Para algunas personas pueden ser momentos del año dolorosos; evaluamos lo vivido en el año,
particularmente se hacen manifiestas las perdidas. Las personas, cosas que ya no están, los
anhelos, propósitos y proyectos no concluidos. Todo lo que tenemos a nuestro alrededor invita a
divertirse, a celebrar, a compartir la alegría, y sin embargo para quienes enfocan su mirada en la
pérdida, existe un vacío existencial, que solo Dios puede llenar.
Estas fiestas suponen un gran reto para quienes experimentan el síndrome estacional. Sienten
mucha tristeza por esa pérdida, también surgen sentimientos de culpabilidad. Esto se potencia, la
nostalgia llega a límites que no sabíamos que existían. La añoranza, el concientizar que alguien no
estará más ocupando una silla, contando sus anécdotas o quizás arreglando esas luces del árbol,
parece que se abre un hueco en el pecho.

Navidad solitaria


Este ambiente de fiesta contrasta con la tristeza que se siente y el dolor que se sufre.
Y esto es lo esperado, es normal hacer este recuento de los daños, que quizá sean muchos, heridas
que habrá que sanar. Y qué solo haciéndonos niños podremos sanar, y desde el adulto consiente y
con la iluminación del niño Dios que vino a este mundo a redimirnos, a sanarnos.


La vida no es estática, “la vida no es fácil pero es bella”. No es lineal, tiene altos y bajos, incluye
retrocesos y recaídas, el dolor y la pérdida son imposibles de evitar, hablando y confiando en Dios,
en profesionales de la salud emocional, o con personas que formen parte de nuestros recursos
externos, (familiares y amigos) se puede evitar que el duelo se atore, y esto previene de un daño permanente. Lo más
importante es estar “atentos” (Is 28, 23.26) y “haced lo que él os diga” (Jn 2,5; ponernos en
movimiento, no paralizarse ante la adversidad y el dolor.

Caminata

El Montoya nos sugiere para el óptimo y sano manejo del proceso de duelo:
PENSAR POCO (en todo lo sucedido, específicamente en aquello que nos causa conflicto o para lo
que aún no tenemos respuesta),
SENTIR MUCHO (no reprimir los sentimientos ni negarlos, hay que reconocerlos, aceptarlos y
expresarlos)
MOVERSE SIEMPRE (es de gran beneficio tener una actividad física como caminar o practicar
ejercicio constante y movernos emocionalmente hacia adelante sin estancarnos durante el duelo).

MI RECETA PARA ESTA NAVIDAD:
1. No limites ni niegues tus emociones
2. Piensa poco, siente mucho y muevete siempre.
3. Manten comunicación al menos con otra persona
4. Cuide su salud, alimentece saludablemente y tome agua
5. Salga y camine,observe cada detalle de la naturaleza, observe el cielo,
6. Haga una oración, la que brote de su corazón
7. Sí le es posible vaya al Santisimo

Siempre hay opciones para sentirme mejor.

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